Aseguran que en el último año la presencia de feriantes fue en aumento ante las dificultades económicas. La ordenanza que establecía el traspaso a la Ferroautomotora no muestra signos de avance.
Los martes y viernes transitar por el sector de plaza Rocha ubicado entre Luro y San Martín se torna más complicado de lo habitual. Esos días, una multitud de feriantes toma el espacio y despliega una variedad sinfín de productos para vender a los transeúntes o, incluso, entre ellos mismos. Lo ofrecido va desde indumentaria, hasta plantas y elementos de decoración, pasando a veces por alimentos y artículos electrónicos.
Pero lo que ya se había convertido con el pasar de los años en una actividad frecuente, en los últimos meses llamó la atención el aumento de personas que comenzaron a acudir al lugar para desempeñarse en la venta ambulante. Muchos, de hecho, sin gazebo o estructura mediante, se disponen en algún rincón de las dos manzanas verdes con tan solo una manta o un perchero.
¿Y el traslado?
Atrás quedó la algarabía por la aprobación de la ordenanza N° 23354, que les auguraba un marco de regularidad y, entre otras cosas, acordaba el traspaso de los feriantes a la vereda impar de la Ferroautomotora, en el perímetro delimitado por calles Neuquén, Don Bosco, Francia, hasta avenida Jara. Este último punto, de todas maneras, nunca terminó de convencer a la totalidad de los trabajadores del sector, dado que aseguraban que la nueva zona no favorecía al desarrollo de la actividad. Hoy, la cantidad de gente en el lugar, mucho más quizás que la presente el año pasado, podría ser otra complicación más en caso de ponerse en marcha el cambio.
En diálogo con LA CAPITAL, Anabel, feriante del espacio hace un año, aseguró que decidió dejar de ir al notar que “nada se cumplía” y que la plaza comenzaba a desbordar. “Cada vez era más la gente que iba, y yo necesito trabajar, así que decidí hacer otra cosa”, señaló, dando cuenta del crecimiento exponencial de la oferta en el lugar, algo que obligaba a la competencia, cada vez más difícil de ganar.
Fenómeno social y económico
El fenómeno que se percibe en un lugar tan tradicional de Mar del Plata no es ajeno a la situación social y económica que atraviesa el país.
Así los destaca a este medio la concejala de Unidad Ciudadana, Marina Santoro, quien además fue una de las principales impulsoras de la ordenanza que salió bajó el nombre de “Feria de Economía Popular e Intercambio” y que fue sancionada con el objetivo de regular la actividad y brindar a los feriantes un amparo legal que también les permita tener un régimen de seguridad social.
“Hay dos puntos fundamentales en ese tema. El primero, y más urgente, es la cuestión social de Mar del Plata y Batán, que tiene que ver con los altos índices de desocupación que no paran de crecer, una situación de necesidad que cualquier marplatense puede ver”, señaló.
Y ante esto, la edil destacó que el panorama actual era de esperarse: “Una (feria en) plaza Rocha que tiende a crecer y a desbordarse, porque cada vez llegan más feriantes, cada vez llegan más trabajadores, por un problema social que no se resuelve y que tiene que ver por las políticas económicas llevadas adelante por los gobiernos nacional, provincial y municipal”.
Un cumplimiento que no se concreta
A nivel local, dedica párrafo aparte ante el incumplimiento de la ordenanza N° 23354, el “segundo punto” al cual le adjudica el aumento de vendedores ambulantes en la ciudad.
“El Ejecutivo no ha cumplido con el traslado de la gente al lugar donde se había comprometido, ni tampoco ha generado los puestos de los feriantes y una serie de requisitos que se habían planteado en la ordenanza con el apoyo tanto de la oposición como del oficialismo, porque la ordenanza fue aprobada por unanimidad”, criticó.
Entre los requisitos que asegura que no se llevaron acabo están la realización de un censo de la población de feriantes, el otorgamiento de un permiso a su nombre -lo que obligaba a ejercer la actividad en forma personal y abonar las tasas y derechos específicos- y la inscripción en el Monotributo Social o en la categoría “A” de Monotributo, como una manera de formalizar la actividad económica.
“Sin todas esas cuestiones se hace muy difícil trabajar en el lugar, tanto para los feriantes como para la gente de Inspección General y los empleados municipales que están encargados de controlar el lugar”, señaló.
En este sentido, la concejala aseguró que “si no se controla el fenómeno de alguna manera y no se establecen pautas claras con respecto al otorgamiento de permisos, no se va a poder controlar”.
Y agregó: “Es una feria de emergencia social, tendrían que establecerse una serie de prioridades, además de ajustar a la legalidad. Porque nos interesa que eso funcione, pero que funcione bien”.
Feriantes pedirán ampliar los días de actividad
El aumento de la cantidad de gente es algo que destacan, sobre todo, los feriantes fundadores.
Según señaló Andrea, en diálogo con LA CAPITAL, a partir de noviembre y mediados de diciembre del año pasado, el crecimiento de la feria comenzó a percibirse “notablemente”.
“Las personas están con necesidad, aprovechan las fechas especiales para comenzar a vender y tener un ingreso”, señaló, asegurando que la situación social se complica “cada vez más”.
“Antes vendía un pantalón usado a $50, ahora puedo hacerlo por $10 o $5. También hay mucha gente que propone trueques, sobre todo por las páginas de Facebook”, agregó.
Ante este escenario, y con el objetivo de resguardar la feria, fuente de ingreso para muchas familias, Andrea aseguró que, junto a otros feriantes como Daniel Bastone, “Mingo” y Daniel Piri, presentarán una propuesta ante el municipio donde, en lugar de estar habilitados para trabajar martes y viernes, pedirán el cambio a lunes, miércoles y viernes. Y también feriados.
“Cuando nos sentamos a hablar con el municipio y logramos acceder a trabajar dos días éramos unas 300 personas. Pero ahora somos muchísimas más, y para dar una respuesta más satisfactoria para todas las familias, necesitaríamos otro día y feriados”, señaló Andrea al mismo tiempo que destacó la importancia de ampliar el rango horario que los habilita desde el mediodía a las 17.
“Hoy la gente va a las 8 de la mañana porque si no, no tiene lugar”, señaló.
Por otro lado, el aumento de la población de la plaza también echó por tierra la posibilidad del traslado a la Ferroautomotora.
“Si bien desde el municipio nunca acondicionaron las veredas para que podamos colocar los gazebos y mesas, hoy ese espacio nos queda chico”, señaló.
Andrea destacó que, para evitar complicaciones en el barrio, los feriantes han hecho “grandes esfuerzos” para acondicionar y mantener limpios los puestos y el espacio en general.
“Nos organizamos por calles, evitamos que se vendan cosas que no están habilitadas y casi el 80% compró gazebos para que estéticamente quede más lindo y ordenado”, aseguró.
La ordenanza
Además del traspaso a la zona de la Ferroautomotora, la ordenanza de la “Feria de Economía Popular e Intercambio” obliga a que los trabajadores estén inscriptos en el monotributo social para así asegurarse que quienes ocupen los espacios no sean poseedores de un empleo en relación de dependencia con ingresos superiores al salario mínimo vital y móvil.
En cuanto a los permisos, tramitados ante la Subsecretaria de Inspección General, la normativa establece que son de carácter “personal, intransferible, precario y renovable anualmente, conforme la reglamentación”.
También se señala que cada permisionario no podrá tener más de un permiso a su nombre pudiendo denunciar un autorizado sólo para el caso de fuerza mayor. Así las cosas, el feriante está obligado a ejercer la actividad en forma personal, exhibir el número y la identidad de permisionario en el puesto de la feria, respetar el lugar, día y horario de funcionamiento asignado, realizar a su cargo el armado y desarmado de su puesto, mantener la higiene del puesto y su entorno y contar con la instalación de baños químicos, a costo de los permisionarios.
A su vez, establece que sólo se permitirá que en la feria se realice “la compra, venta y/o intercambio en carácter de permuta de productos usados y entrega de bienes comercializados en forma virtual”, excluyendo así la comercialización de productos “por cuenta y orden de terceros, y aquellas actividades de producción en serie o reproducción mediante técnicas y/o procesos industriales, como así también las relacionadas con la artesanía alimentaria”.